Pensar cualquier ámbito desde
México / América Latina suele ser un tanto difícil, porque siempre se le quiere
encontrar su lado nacionalista, ¿es posible pensar un arte mexicano /
latinoamericano?, ¿qué tan válido es creer que el arte como producto tenga
identidad local cuando su creador es de otra latitud o simplemente es mera
contingencia? Considero que el problema puede detectarse como herencia de la
modernidad y la necesidad de la afirmación cartesiana “Usted está aquí”; sin
embargo, qué tipo de identidad puede tener una Nación que ha sido pensada,
administrada y copiada de España y Francia. Por otro lado, han sido muchos los
que han intentado dar una idea de “lo americano”, “lo latinoamericano”, “lo
mexicano”, entre ellos se encuentran De Paw, Buffon, Hegel, Kant, Humboldt,
entre otros más. Estos escriben sobre lo exótico, lo anormal y lo tan ajeno que
es América de Europa, y eso ha sido la base primaria pare entender el tan
soñado arquetipo de “lo americano/latinoamericano/mexicano”. En la misma línea,
pero con dirección un poco diferente, tenemos que considerar desde cuando se
puede hablar de “lo mexicano”, México como país es inventado en 1821, y como
Nación ha tenido un sin fin de transformaciones, dependiendo quién se encuentre
al mando. Táchenme de purista, pero estas son las cartas que tienen que estar
claras al momento de jugar y apostar por una identidad nacional en México.
Durante los ensayos de Monsiváis se nos habla de la
fotografía como testigo de una época y como un nuevo medio de expresión
abusando de la modernidad como progreso, el periodo que más describe Monsiváis
corresponde la Segunda Modernidad, es decir, la modernidad de la industrialización,
donde se puede hablar ya de una nueva cultura visual a partir de la
centralización y del capitalismo, propios de la expansión urbana e industrial,
gestando un gusto de las masas, mejor conocido como “tradición popular”, donde
existirá un contraste entre las tradiciones antiguas y contemporáneas, llamado
costumbrismo. Monsiváis considera que el espectador es quien da el carácter reiterativo
a la fotografía: “Una sociedad se vincula
con la fotografía a través de una “construcción de lo real” que incluye a los
mismo retratados. La fotografía es, primero, una extensión de la pintura y
luego una declaración de pertenencia al respeto, a la dignidad, a la gracia, a
la seriedad profesional. Lo real es lo teatral”.[1]
Considero pertinente que él diga que el espectador dota de reiterabilidad a la
fotografía y no a lo fotográfico, entiéndase por reiterabilidad a esa
citacionalidad o cita constante donde se hace referencia similar, mas no
idéntica, a lo normativo o establecido, entonces una fotografía debe decirnos
cómo debe ser la escena teatral; en cambio, lo fotográfico podría se
considerado como violencia epistémica, pues se interpela y adscribe una
identidad errada a algo con otra realidad.
Cuando me refiero a lo fotográfico como violencia
epistémica, lo hago desde una lectura de Althusser, quien dice que un sujeto se
construye a partir de que es interpelado por una autoridad, pone como ejemplo a
un policía que dice: ¡Eh tu!, y la persona que voltea como respuesta al
policía, en ese momento es creado y cuestionado como sujeto, Monsiváis menciona
que cuando lo pintoresco se ve como pasión popular: “Los fotógrafos no discriminan ni jerarquizan, proceden bajo el
convencimiento de que nada les resulta indiferente, porque cualquier hallazgo
citadino es tan importante como su opuesto”.[2]
Nos encontramos ante dos tipos de violencia, por un lado, violencia
argumental externa pues no atiende a las peticiones del Otro quien es callado
en el acto fotográfico; por otro lado, somos creadores de una violencia
argumental interna pues falsificamos el sentido ontológico de lo representado.
Tenemos que ser conscientes de no caer en un vacío
epistémico al prolongar un punto de vista sin ocuparnos de las posibles
opciones de ese punto de vista, tenemos que atender a la fotografía como
cemento social, pues más allá de ser un vínculo social, tiene un efecto
constitutivo (ontológico), quiero decir, que también a partir de la fotografía
una identidad se puede constituir a sí misma.
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