El siglo XXI comienza cuestionando las
estrategias y resultados de la posmodernidad, debatiéndola desde una nueva
esfera ética donde se encuentran temas de bioética, aborto, lenguajes
correctos, antitabaquismo, etc.; es la revitalización de valores para la
protección moral del nuevo milenio. Este nuevo milenio es conocido como el
siglo ético dialéctico, pues por un lado la revitalización de la moral, por
el otro el precipicio de la decadencia que ilustra la corrupción en la vida
política y económica;[1] lo que nos lleva a
la gestación de una sociedad posmoralista, es decir, una sociedad que solo
sigue y valida las normas más cómodas y menos responsabilizadoras de la vida
ética; es una ética de la convicción.
La
posmodernidad se gesta a mediados del siglo XX (1947-1950), por aquellos años
se iniciaba un periodo de cambios políticos y económicos, mejor conocidos como La Guerra Fría. Este periodo de La
Guerra Fría fue una etapa de confrontación ideológica, con una política de
contención contra el comunismo ante su progresivo afianzamiento como respuesta
a la decadencia de Europa y lo europeo[2]. Cuando el poder de la URSS
recayó en Gorbachov el comunismo dio un giro en su pensamiento y en política
exterior, finalizando la lucha de clases, defensa de los valores humanos,
preocupación por el medioambiente; con este nuevo pensamiento el bloque
comunista fue perdiendo poder lentamente, llevando a la apertura del muro de
Berlín el 9 de Noviembre de 1989, en Diciembre de 1989 Bush, como presidente de
Estados Unidos, hace oficial su retirada de la Guerra Fría, y en Diciembre de
1991 Gorbachov renuncia como presidente de la URSS, dando punto final a la
URSS, a la Guerra Fría, y a la posmodernidad según algunos teóricos.
Junto
con la producción y el comercio de drogas, las armas han generado un clima de
muerte latente, de intenso contrabando y ha creado todo un mundo de poderosas
mafias; por otra parte, el cine de Hollywood propaga la violencia y, como ha
podido advertirse en las últimas invasiones, el gobierno estadounidense recurre
a la tortura, viola los derechos humanos y exalta la guerra, que a menudo se
toma como juego. En el mundo se ha registrado violencia en las relaciones
humanas e intrafamiliares motivada principalmente por las frustraciones
personales, la ignorancia, la necesidad de sobrevivencia, la desigualdad
económica, la ausencia de condiciones adecuadas de vida, la discriminación,
exclusión y marginación.
Algunos
pensadores sostienen que en los últimos años finalizó la modernidad y empezó
una nueva época de la historia denominada posmodernidad; la modernidad se
caracteriza por tener una perspectiva civilizatoria, un reforma al desarrollo
industrial, una visión racionalista del mundo; se asume la modernidad como realidad conflictiva y con espíritu
crítico, y se plantean sus alternativas históricas a partir de un diálogo con
el pasado y con otras culturas… La nueva era que explícitamente invocaba estaba
ligada a una nueva clase, y el anhelado grado cero de la historia significaba
la esperanza utópica de un mundo histórico realmente gobernado por la condición
humana;[3] Adorno y Horkheimer
en Dialéctica de la Ilustración dicen
que el proyecto ilustrado debe reflexionar sobre sí mismo si no se quiere que
el hombre sea traicionado, pues no se trata de vivir un pasado sino concluir
las esperanzas del pasado; el nihilismo y el vació simbólico y cultural
expresaron el final de una cultura histórica, así la modernidad se propone una
alternativa histórica como un proceso de autodisolución y reformulación de
nuevos valores, llamada posmodernidad; la cual se caracteriza por la falta de
programas sociales de largo alcance, por el egoísmo extremo, el alegre
conformismo y la falta de preocupaciones de carácter social; por la pérdida de
los valores universales impulsados por la Ilustración y el predominio de la
lucha salvaje por la supervivencia del más fuerte; la posmodernidad implica la
pérdida de la memoria histórica, hace
del pasado algo muerto, esto constituye una de las mayores amenazas para los
seres humanos pues las grandes catástrofes podrían repetirse.
El problema
fundamental con el que concluyó el siglo XX fue la profundización de la brecha
que separa a los países ricos de los países pobres y a minoritarias clases
acomodadas de las grandes masas de desempleados, excluidos y marginados. A
pesar de la impresionante revolución científica y tecnológica registrada en la
segunda mitad del siglo XX, la ausencia de democracia, el autoritarismo, las
relaciones de servidumbre, la corrupción y el abuso de los trabajadores y
campesinos, así como el aumento del analfabetismo, la desnutrición, las
epidemias y las condiciones insalubres de vida son algunos de los problemas que
dejan a la mayor parte de la población mundial sin ninguno de los beneficios
que debería haber traído la modernidad.
Estamos en una
etapa de conmoción social, ante nuevos procesos de socialización e
individualización, considerando que el
universo de los objetos, de las imágenes, de la información y de los valores
hedonistas, permisivos y psicologistas, han generado una nueva forma de control
de los comportamientos[6]; dichos controles
permiten la diversificación de los modos de vida: revolución permanente de lo
cotidiano y del individuo (privatización ampliada, erosión de la identidad,
abandono ideológico, desestabilización de la personalidad) como una revolución
individualista, más que como un proceso de personalización. Esta revolución
individualista se presenta como culto a la libertad y respeto por las
diferencias, dando una nueva significación de autonomía como una reestructuración
del individuo bajo su propia ley.
Esta sociedad
posmoderna es la sociedad de la indiferencia, donde las masas no tienen ídolo
ni tabú y banalizan la innovación; este vacío es gracias a la desestabilización
de la era del consumo, como crítica a la opulencia, en vías de un consumo cool, esto es una cultura hecha
a la medida para mejorar la calidad de vida; en palabras de Lipovetsky esto el
consumo a la carta, donde ya no importa la marca sino el objeto, como
consecuencia de la tradición fordista: producir mucho, vender más barato y
reducir la eficacia del producto. Dicho consumo
cool se encarga de encontrar un público, dando unidad e identidad a los
unos y a los otros adaptándose a sus necesidades.
Hablar del
consumo a la carta, es hablara de la estimulación de la demanda, la
multiplicación infinita de las necesidades y fiebre del confort, los estilos de vida, los placeres y los
gustos se muestran cada vez más dependientes del sistema comercial;[7] al que gusta por
este consumo se le ha denominado hiperconsumidor,
quien puede acceder a múltiples placeres, gustando de las libertades y de
los cambios motivándolo a la satisfacción. En el hiperconsumidor los objetos
son símbolo de posición y categoría siendo el vehículo a la felicidad privada;
son los signos que combino a mi manera.
En esta
personalización de los estilos de vida entra la figura de Narciso dando un
nuevo sentido histórico aumentando las prioridades de las esferas privadas: es la transformación de los estilos de vida
unida a la revolución del consumo lo que ha permitido ese desarrollo de los
derechos y deseos del individuo, esa mutación en el orden de los valores
individualistas[8]; resultado de una
economía individualista que responde a necesidades personales.
[1] LIPOVETSKY, G, El crepúsculo
del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, p. 10.
[2] El comunismo buscaba la creación de un sistema socialista mundial,
pues era una potencia expansionista territorial e ideológicamente que buscaba
derrumbar la cultura de occidente; como parte de esta política expansionista se
generaron conflictos tipos, es decir,
que fueron característicos de la Guerra Fría, como La Guerra de Corea
(1947-1948/1950-1953), La Crisis de los Misiles en Cuba (1953-1962), la
construcción del muro de Berlín (1961), la Guerra de Vietnam (1962-1973/1975),
la Guerra de Afganistán (1973-1989).
[3] SUBIRATS, Eduardo, El final
de las vanguardias, p. 39
[4] LYOTARD, J, La posmodernidad
(explicada a los niños), p. 17.
[6] LIPOVETSKY, G, La era del
vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, p5.
[7] LIPOVETSKY, G. La felicidad
paradójica, p. 11.
[8] LIPOVETSKY, G, Op.cit No. 2. p.8.
Benjamín Martínez Castañeda
* Este ensayo fue escrito entre Diciembre de 2010 y Febrero de 2011 para mi proyecto de Tesis de Licenciatura: "El cuerpo post-humano y el cuerpo transexuado"