martes, 21 de enero de 2014
jueves, 16 de enero de 2014
¿En defensa de qué decide morir Sócrates?
En
los diálogos platónicos se nos presenta a un Sócrates en continuo examen del
alma propia y de la ajena para descubrir el verdadero bien humano para sí, para
los otros y para la comunidad; se considera al hombre como un ser que razona y
que investiga lo universal como un hacer propiamente humano dirigido hacia el
saber y la razón, el hombre no puede obrar verdaderamente para su bien real si no “sabe”
qué es el bien, ese bien cuya consecución está en la “esencia” misma de vuestra
vida, nuestra felicidad,[1]
se trata de conocer lo que nosotros como hombres y consientes de nosotros
mismos somos, para Sócrates la filosofía será el conocimiento sí mismo. Para llegar a ese conocimiento se hace
a partir de lo que parece ser, al reconocer que opinar es un falso saber, donde
uno se hace consciente de que se sabe que no sabe a partir de la búsqueda de
definiciones del ”qué es” , es decir, las propiedades esenciales del objeto,
sin llegar a una definición satisfactoria del concepto.
El método socrático se basa en
razonamientos en acuerdo dialécticos como un interrogatorio que conduce a la
refutación, es más como un método hipotético, el método socrático-platónico como un todo implica un proceso
“elénctico”…tiene que ser entendido como un proceso que entraña sometimiento a
prueba, a examen, a diálogo y a reto entre los interlocutores, y como aquel que
busque cambiar su actual condición a otra mejor,[2]
esto es un tipo de educación de la verdad como tal; lo que en verdad se
propone es encontrar respuestas más exactas respecto a la naturaleza de las
cosas que podemos extraer de la realidad, con la finalidad de obtener un
conocimiento provisional del objeto en cuestión, que se comunica en términos
verbales y actos racionales. Este conocimiento provisional se refiere a la
búsqueda filosófica de la verdad, es someter a los objetos a examen
continuamente, de ahí que Sócrates insista en que los hombres estuvieran en constante
examen de nuestras vidas; la clave no
está en la respuesta final acerca de la naturaleza de la verdad, sino en la
preparación correcta para hacer la pregunta ideal que va a ser nuestra tarea en
la vida: el permanente examen de todo y el examen de uno mismo,[3]
se trata del autoconocimiento con tal que se llegue a ser una mejor
persona, la condición esencial es la autoconciencia de la ignorancia propia.
Revisé dos Apologías, la de Jenofonte y la de Platón, y
coinciden en varios puntos importantes y esenciales al porqué de la pregunta
del título; en un primer punto ambas ven en la decisión de Sócrates una postura
a favor de su vejez y hasta entonces haber vivido de la manera más agradable,
piadosa y justa. A su vez, veía que el seguir envejeciendo sería
contraproducente para el conocimiento y aprendizaje, optando por su condena
como un tipo de muerte menos embarazosa para los suyos. Jenofonte lo describe
de la siguiente manera: … elegiré morir
antes que seguir viviendo sin libertad suplicando ganar una vida mucho peor en
vez de la muerte[4];
y Platón por su parte lo narra citando un pasaje de la Ilíada: …que muera yo en seguida después de haber
hecho justicia al culpable, a fin de que no quede yo aquí junto a las cóncavas
naves, siendo objeto de risa, inútil peso de la tierra[5].
Estas dos citas dejan ver que para Sócrates el conocimiento de la verdad es
más importante que lo material y que él prefiere seguir filosofando y
examinándose, se encuentra en una posición de nunca temer ni evitar lo que no
sabe, tratándose aún de un bien.
Otro punto en el que coinciden ambas
Apologías es en reflexionar si es injusta o no el tipo de muerte de Sócrates,
Jenofonte declara que la condena a muerte la tenemos declarada al nacer, y
Platón lo pone como un regalo del dios al cumplir satisfactoriamente su función
de persuadir y despertar a la ciudad; aquí las Apologías dan un giro hacia el
tema de la justicia olvidando la refutación a los acusadores, el Sócrates de
Platón dice que no parará ante nada contra lo justo por temor a la muerte, y al
no ceder está dispuesto a morir: … a mí
la muerte me importa un bledo, pero que, en cambio, me preocupa absolutamente
no realizar nada injusto e impío..[6]
El Sócrates de Jenofonte expresa que la pena de muerte es para los que
roban, secuestran y traicionan a la ciudad y le resulta irónico que sus propios
adversarios en el juicio no lo acusen por alguno de estos crímenes, y dice: … no obstante, tampoco por el hecho de morir
injustamente tengo que sentirme menos orgulloso, porque eso no es ignominioso
para mí sino para quienes me han condenado… Se que también tanto el tiempo futuro
como el pasado serán para mí testigos de que jamás cometí injusticia contra
nadie…sino que hacia el bien a los conversaban conmigo…[7]
Ambos autores reflejan a un Sócrates dispuesto a persuadir al juez para no
obtener por favor lo justo sino para ser juzgado en función de las leyes.
Llega el momento de partir a la
celda y las Apologías ponen a un Sócrates resignado y dispuesto a morir a favor
del conocimiento y la justicia, Jenofonte lo despide como una persona altanera
y que por ello el tribunal dio el voto en su contra y lo despide de la
siguiente manera: …ha encontrado un
destino grato a los dioses, pues abandonó lo más dificultoso de la vida y
encontró la más fácil de las muertes[8].
Y Platón despide a un Sócrates con tesón haciendo una comparación entre la
muerte y la maldad, la primera corre más rápido en relación a la segunda y de
ahí el Sócrates de Platón se despide de la siguiente manera: … yo, como soy lento y viejo, he sido
alcanzado por la más lente de las dos. En cambio, mis acusadores, como son
temibles y ágiles, han sido alcanzados por la más rápida, la maldad… la muerte
sería una ganancia maravillosa… Es preciso que también vosotros, jueces, estéis
llenos de esperanza con respecto a la muerte y tengáis en el ánimo esta sola
verdad, que no existe mal alguno para el hombre bueno, ni cuando vive ni
después de muerto[9].
Es de esta forma que terminan las Apologías con un mismo Sócrates, aquel
que prefiere sufrir la injusticia que cometerla, pues es más grave esto último;
es un Sócrates dispuesto a morir, sabiendo que entre dos desgraciados, tanto
jueces como él, no pueden ser felices, ya que alguno de los dos conseguirá
salvarse del castigo y ese será el más desgraciado, es por ello que Sócrates
acepta su castigo como algo justo dictado por las leyes y así recibir un bien,
no la muerte sino librar del mayor mal a su alma.
En el Critón se puede observar este
proceso en el que Sócrates expone que desde siempre ha estado a favor del
razonamiento como lo más importante para el vivir bien, y lo hace explicando
que el cuerpo debe estar sano por dentro para poder tener un alma limpia y que
antes de estar bien consigo mismo y sus antepasados hay que estar bien y respetar
a la patria; hay que respetarla y ceder ante la patria y
halagarla … hay que convencerla u obedecerla haciendo lo que ella disponga; hay
que padecer sin oponerse a ellos, si ordena padecer algo… o para morir, hay que
hacer esto porque es lo justo, y no hay que ser débil ni retroceder ni
abandonar el puesto; ya que es impío hacer violencia a la madre y al padre,
pero lo es mucho más a la patria,[10]
este pasaje hace referencia al momento en que Sócrates examina el poder de
las leyes y las ve como un compromiso moral en el que se aceptan lo que ellas
ordenan y de no ser así se impondrán violentamente. Con esto, Sócrates hace
referencia al por qué ha aceptado serenamente su condena, si las leyes han
dictado que muera, él tendrá que morir antes que optar por el destierro; en
todo momento se presenta a un Sócrates que tiene presente siempre a las leyes y
lo justo antes que otra cosa, ya que durante el diálogo expresa que cuando
llegue al Hades podrá defenderse a su favor, …si te vas ahora, te vas condenado injustamente no por nosotras, las
leyes, sino por los hombres…[11]
Con la última cita quiero unir un
punto que se toca en el Gorgias, se aprecia la relación entre las leyes y la medicina;
Sócrates expresa que el castigo modera al hombre para hacerlo más justo, dicho
castigo es considerado como la medicina de la maldad, de ahí que él crea que el
ser más feliz es el que no tiene maldad en el alma, si cometes algún tipo de
injusticia y no pagas tu condena (culpa) ese será el mayor de todos los males.
El diálogo sigue y expresa que si cometiste algún tipo de injusticia vayas por
cuenta propia con un juez a recibir la medicina contra la injusticia (un
castigo), … obligarse a sí mismo y
obligar a los demás a no acobardarse, sino presentarse con los ojos cerrados y
valientemente al juez, como ante un médico para que opere y cauterice buscando
lo bueno y lo bello, sin pensar en el dolor; y si ha cometido una falta que
merece golpes, que se presente para que se los den… y si la muerte, para morir;
que sea el primer acusador de sí mismo…[12]
De esta forma quiero concluir el
ensayo, retomando las dos últimas citas del Critón y del Gorgias, para expresar
que estos diálogos nos permiten observar las consecuencias éticas de la
Apología; es decir, que la virtud (el bien) es el conocimiento para Sócrates,
de forma que nosotros tenemos que vivir pensando, “pensar” como una forma de
vida, ya que pensar es vivir.
BIBLIOGRAFÍA
BELAVAL, Yvon,
Sócrates, en PARAIN, Brice (Dir.), Historia de la Filosofía Vol. 2: La
Filosofía Griega, Ed. Siglo XXI, México, 2003, 347 pp.
JENOFONTE, Apología. Banquete. Recuerdos de Sócrates, [Trad.
José Antonio Caballero López], Alianza Editorial, España, 2009, 327 pp.
LAMANNA, E.
Paolo, Los Sofistas y Sócrates, en Historia de la Filosofía I. Filosofía de la
Antigüedad, Ed. Librería Hachette S.A, Argentina, 1957, 411 pp.
MacINTYRE,
Alasdair, Los Sofistas y Sócrates, en
Historia de la ética, Ed. Paidós,
España, 2006, 289 pp.
PADILLA. Ma.
Teresa, La naturaleza del método
socrático-platónico, en Tópicos,
revista de filosofía, No. 25, 2003, pp. 35-46.
PLATÓN, Apología de Sócrates y Critón, en Diálogos Tomo I, [Trad. J. Calonge Ruíz, E. Lledó Íñigo, C. García
Gual], Ed. Gredos, España, 1981, 592 pp.
[1]
LAMANNA, E, Historia de la Filosofía I…, p.
148
[2]
PADILLA, Ma. T., La naturaleza…, pp.
37, 38
[3]
Ídem, p. 44
[4]
JENOFONTE, Apología, p. 55
[5]
PLATÓN, Apología de Sócrates, p. 166
[6] Op. Cit., p. 172
[7]
JENOFOTNE, Op. Cit., pp. 63, 64
[8] Ibíd., p. 66
[9]
PLATÓN, Op. Cit., pp. 182, 184, 185
[10]
PLATÓN, Critón, pp. 205, 206
[11]
Ídem., p. 210
[12]
PLATÓN, Gorgias, p. 76.
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