jueves, 16 de enero de 2014

¿En defensa de qué decide morir Sócrates?


En los diálogos platónicos se nos presenta a un Sócrates en continuo examen del alma propia y de la ajena para descubrir el verdadero bien humano para sí, para los otros y para la comunidad; se considera al hombre como un ser que razona y que investiga lo universal como un hacer propiamente humano dirigido hacia el saber y la razón,  el hombre no puede obrar verdaderamente para su bien real si no “sabe” qué es el bien, ese bien cuya consecución está en la “esencia” misma de vuestra vida, nuestra felicidad,[1] se trata de conocer lo que nosotros como hombres y consientes de nosotros mismos somos, para Sócrates la filosofía será el conocimiento sí mismo. Para llegar a ese conocimiento se hace a partir de lo que parece ser, al reconocer que opinar es un falso saber, donde uno se hace consciente de que se sabe que no sabe a partir de la búsqueda de definiciones del ”qué es” , es decir, las propiedades esenciales del objeto, sin llegar a una definición satisfactoria del concepto.

            El método socrático se basa en razonamientos en acuerdo dialécticos como un interrogatorio que conduce a la refutación, es más como un método hipotético, el método socrático-platónico como un todo implica un proceso “elénctico”…tiene que ser entendido como un proceso que entraña sometimiento a prueba, a examen, a diálogo y a reto entre los interlocutores, y como aquel que busque cambiar su actual condición a otra mejor,[2] esto es un tipo de educación de la verdad como tal; lo que en verdad se propone es encontrar respuestas más exactas respecto a la naturaleza de las cosas que podemos extraer de la realidad, con la finalidad de obtener un conocimiento provisional del objeto en cuestión, que se comunica en términos verbales y actos racionales. Este conocimiento provisional se refiere a la búsqueda filosófica de la verdad, es someter a los objetos a examen continuamente, de ahí que Sócrates insista en que los hombres estuvieran en constante examen de nuestras vidas; la clave no está en la respuesta final acerca de la naturaleza de la verdad, sino en la preparación correcta para hacer la pregunta ideal que va a ser nuestra tarea en la vida: el permanente examen de todo y el examen de uno mismo,[3] se trata del autoconocimiento con tal que se llegue a ser una mejor persona, la condición esencial es la autoconciencia de la ignorancia propia.

Revisé dos Apologías, la de Jenofonte y la de Platón, y coinciden en varios puntos importantes y esenciales al porqué de la pregunta del título; en un primer punto ambas ven en la decisión de Sócrates una postura a favor de su vejez y hasta entonces haber vivido de la manera más agradable, piadosa y justa. A su vez, veía que el seguir envejeciendo sería contraproducente para el conocimiento y aprendizaje, optando por su condena como un tipo de muerte menos embarazosa para los suyos. Jenofonte lo describe de la siguiente manera: … elegiré morir antes que seguir viviendo sin libertad suplicando ganar una vida mucho peor en vez de la muerte[4]; y Platón por su parte lo narra citando un pasaje de la Ilíada: …que muera yo en seguida después de haber hecho justicia al culpable, a fin de que no quede yo aquí junto a las cóncavas naves, siendo objeto de risa, inútil peso de la tierra[5]. Estas dos citas dejan ver que para Sócrates el conocimiento de la verdad es más importante que lo material y que él prefiere seguir filosofando y examinándose, se encuentra en una posición de nunca temer ni evitar lo que no sabe, tratándose aún de un bien.

            Otro punto en el que coinciden ambas Apologías es en reflexionar si es injusta o no el tipo de muerte de Sócrates, Jenofonte declara que la condena a muerte la tenemos declarada al nacer, y Platón lo pone como un regalo del dios al cumplir satisfactoriamente su función de persuadir y despertar a la ciudad; aquí las Apologías dan un giro hacia el tema de la justicia olvidando la refutación a los acusadores, el Sócrates de Platón dice que no parará ante nada contra lo justo por temor a la muerte, y al no ceder está dispuesto a morir: … a mí la muerte me importa un bledo, pero que, en cambio, me preocupa absolutamente no realizar nada injusto e impío..[6] El Sócrates de Jenofonte expresa que la pena de muerte es para los que roban, secuestran y traicionan a la ciudad y le resulta irónico que sus propios adversarios en el juicio no lo acusen por alguno de estos crímenes, y dice: … no obstante, tampoco por el hecho de morir injustamente tengo que sentirme menos orgulloso, porque eso no es ignominioso para mí sino para quienes me han condenado… Se que también tanto el tiempo futuro como el pasado serán para mí testigos de que jamás cometí injusticia contra nadie…sino que hacia el bien a los conversaban conmigo…[7] Ambos autores reflejan a un Sócrates dispuesto a persuadir al juez para no obtener por favor lo justo sino para ser juzgado en función de las leyes.
            Llega el momento de partir a la celda y las Apologías ponen a un Sócrates resignado y dispuesto a morir a favor del conocimiento y la justicia, Jenofonte lo despide como una persona altanera y que por ello el tribunal dio el voto en su contra y lo despide de la siguiente manera: …ha encontrado un destino grato a los dioses, pues abandonó lo más dificultoso de la vida y encontró la más fácil de las muertes[8]. Y Platón despide a un Sócrates con tesón haciendo una comparación entre la muerte y la maldad, la primera corre más rápido en relación a la segunda y de ahí el Sócrates de Platón se despide de la siguiente manera: … yo, como soy lento y viejo, he sido alcanzado por la más lente de las dos. En cambio, mis acusadores, como son temibles y ágiles, han sido alcanzados por la más rápida, la maldad… la muerte sería una ganancia maravillosa… Es preciso que también vosotros, jueces, estéis llenos de esperanza con respecto a la muerte y tengáis en el ánimo esta sola verdad, que no existe mal alguno para el hombre bueno, ni cuando vive ni después de muerto[9]. Es de esta forma que terminan las Apologías con un mismo Sócrates, aquel que prefiere sufrir la injusticia que cometerla, pues es más grave esto último; es un Sócrates dispuesto a morir, sabiendo que entre dos desgraciados, tanto jueces como él, no pueden ser felices, ya que alguno de los dos conseguirá salvarse del castigo y ese será el más desgraciado, es por ello que Sócrates acepta su castigo como algo justo dictado por las leyes y así recibir un bien, no la muerte sino librar del mayor mal a su alma.

            En el Critón se puede observar este proceso en el que Sócrates expone que desde siempre ha estado a favor del razonamiento como lo más importante para el vivir bien, y lo hace explicando que el cuerpo debe estar sano por dentro para poder tener un alma limpia y que antes de estar bien consigo mismo y sus antepasados hay que estar bien y respetar a la patria;  hay que respetarla y ceder ante la patria y halagarla … hay que convencerla u obedecerla haciendo lo que ella disponga; hay que padecer sin oponerse a ellos, si ordena padecer algo… o para morir, hay que hacer esto porque es lo justo, y no hay que ser débil ni retroceder ni abandonar el puesto; ya que es impío hacer violencia a la madre y al padre, pero lo es mucho más a la patria,[10] este pasaje hace referencia al momento en que Sócrates examina el poder de las leyes y las ve como un compromiso moral en el que se aceptan lo que ellas ordenan y de no ser así se impondrán violentamente. Con esto, Sócrates hace referencia al por qué ha aceptado serenamente su condena, si las leyes han dictado que muera, él tendrá que morir antes que optar por el destierro; en todo momento se presenta a un Sócrates que tiene presente siempre a las leyes y lo justo antes que otra cosa, ya que durante el diálogo expresa que cuando llegue al Hades podrá defenderse a su favor, …si te vas ahora, te vas condenado injustamente no por nosotras, las leyes, sino por los hombres…[11]

            Con la última cita quiero unir un punto que se toca en el Gorgias, se aprecia la relación entre las leyes y la medicina; Sócrates expresa que el castigo modera al hombre para hacerlo más justo, dicho castigo es considerado como la medicina de la maldad, de ahí que él crea que el ser más feliz es el que no tiene maldad en el alma, si cometes algún tipo de injusticia y no pagas tu condena (culpa) ese será el mayor de todos los males. El diálogo sigue y expresa que si cometiste algún tipo de injusticia vayas por cuenta propia con un juez a recibir la medicina contra la injusticia (un castigo), … obligarse a sí mismo y obligar a los demás a no acobardarse, sino presentarse con los ojos cerrados y valientemente al juez, como ante un médico para que opere y cauterice buscando lo bueno y lo bello, sin pensar en el dolor; y si ha cometido una falta que merece golpes, que se presente para que se los den… y si la muerte, para morir; que sea el primer acusador de sí mismo…[12]

            De esta forma quiero concluir el ensayo, retomando las dos últimas citas del Critón y del Gorgias, para expresar que estos diálogos nos permiten observar las consecuencias éticas de la Apología; es decir, que la virtud (el bien) es el conocimiento para Sócrates, de forma que nosotros tenemos que vivir pensando, “pensar” como una forma de vida, ya que pensar es vivir.














BIBLIOGRAFÍA

BELAVAL, Yvon, Sócrates, en PARAIN, Brice (Dir.), Historia de la Filosofía Vol. 2: La Filosofía Griega, Ed. Siglo XXI, México, 2003, 347 pp.

JENOFONTE, Apología. Banquete. Recuerdos de Sócrates, [Trad. José Antonio Caballero López], Alianza Editorial, España, 2009, 327 pp.

LAMANNA, E. Paolo, Los Sofistas y Sócrates, en Historia de la Filosofía I. Filosofía de la Antigüedad, Ed. Librería Hachette S.A, Argentina, 1957, 411 pp.

MacINTYRE, Alasdair, Los Sofistas y Sócrates, en Historia de la ética, Ed. Paidós, España, 2006, 289 pp.

PADILLA. Ma. Teresa, La naturaleza del método socrático-platónico, en Tópicos, revista de filosofía, No. 25, 2003, pp. 35-46.

PLATÓN, Apología de Sócrates y Critón, en Diálogos Tomo I, [Trad. J. Calonge Ruíz, E. Lledó Íñigo, C. García Gual], Ed. Gredos, España, 1981, 592 pp.

________, Gorgias, en Diálogos Tomo II, [Trad. J. Calonge Ruíz, E. Acosta Méndez, F. J. Olivieri, J. L. Calvo], Ed. Gred


[1] LAMANNA, E, Historia de la Filosofía I…, p. 148
[2] PADILLA, Ma. T., La naturaleza…, pp. 37, 38
[3] Ídem, p. 44
[4] JENOFONTE, Apología, p. 55
[5] PLATÓN, Apología de Sócrates, p. 166
[6] Op. Cit., p. 172
[7] JENOFOTNE, Op. Cit., pp. 63, 64
[8] Ibíd., p. 66
[9] PLATÓN, Op. Cit., pp. 182, 184, 185
[10] PLATÓN, Critón, pp. 205, 206
[11] Ídem., p. 210
[12] PLATÓN, Gorgias, p. 76.

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